El otoño es el final de una época, el caer de las hojas.
El otoño es ese amor maduro, ese olor a nostalgia, ese desprenderse de personas amadas.
El otoño es el dejar ir, es el convertirte en alguien más.
El otoño es el renacer de las almas y con él llega ese constante recuerdo de nuestros seres amados.
El otoño nos abre los ojos a creencias ajenas, encontrando a nuestros amores partidos en el brillo de la luna o en ese Colibrí que vuela por la casa.
El otoño nos enseña a honrar su partida transformando su ausencia en melodías.
El otoño es más que una coincidencia.
El otoño es más que tradiciones mundanas.
El otoño tiene un destino, un propósito único: honrar a las almas que ya se fueron, convirtiéndose así en el testigo principal del regreso de ellas a nuestro plano.
El otoño y sus días fríos nos piden abrigo necesitando iluminarlos con velas que no solo guíen sus caminos sino también los nuestros.
El otoño te invita a no olvidar sino a creer en esa metamorfosis, en la energía, en ese brillo de la flor dorada, en el amor eterno de los enamorados.
A mí el otoño me enseño a creer en leyendas, me enseño a adoptar tradiciones y me invito a observar detenidamente la belleza del cambio, enseñándome así a honrar el pasado y a amar el presente.
Vive tu otoño. Honra tus tradiciones y Ríete con la vida.